viernes, 23 de noviembre de 2012

El gran valor de Olaya Dotel contra los paleros intelectuales


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Sobre Olaya tengo que escribir ahora, cuando una aviesa campaña de desprestigio campea sobre su cabecita

El gran valor de Olaya Dotel contra los paleros intelectuales

Lo que ellos no pueden asumir –justamente la dignidad-, no pueden reconocérsela al otro. Olaya Dotel es una cientista social que se ha ganado un justo espacio en la sociedad dominicana

El gran valor de Olaya Dotel contra los paleros intelectuales
Olaya Dotel.Juan Camilo Cortés/Acento.com.do
Hay una íntima zona donde converge la amistad, el cariño, el respeto, la admiración, el deseo de que se mantengan fuertes y vitales. Pienso en viejas mujeres de fuego, como Isis Duarte, con quien me estrené académicamente en la UASD, de quien fui asistente por varios años. Recuerdo a otras sociólogas refrescantes, como mis profesoras Irma Nicasio y Martha Olga García.
En aquellos tiempos también me tocó trabar amistad con Chiqui Vicioso, una de las creadoras e intelectuales más coherentes y productivas que hemos tenido en los últimos cuarenta años.
De lejos, también estaba una de las grandes mujeres del siglo XX, doña Aída Cartagena Portalatín.
En aquellos años de estudios míos de Sociología, había una gran complicidad con estudiantes de Ciencias Políticas y de Antropología. Las redes llegaron a extenderse hasta España, donde Gina Gallardo y María Paredes realizaban un intenso trabajo con la comunidad de inmigrantes, en lo teórico y lo práctico.
Dentro de los nombres que primero surgieron en las aulas o las cafeterías, y que luego tuvimos que subrayar por la calidad de sus exposiciones y su coraje civil, hubo dos en especial: el de Tahira Vargas y el de Olaya Dotel
Necesitamos su voz, sus análisis, su presencia. Que las mentes calenturientas de nuestros paleros intelectuales entiendan que la sociedad dominicana ya no está para semejantes prácticas de aniquilación
Sobre Tahíra ya escribí en el 2008 (http://www.hoy.com.do/areito/2008/8/16/243841/print).
Sobre Olaya tengo que escribir ahora, cuando una aviesa campaña de desprestigio campea sobre su cabecita.
Ahora los paleros intelectuales, aquellos que en vez de 200 pesos y un picapollo se apropian de un chin más, tratan de vincularla a un complot propio de una fotonovela negra.
¿Es posible respetar el pensamiento del otro? ¿Es posible disentir en el país dominicano, sin que te pongan el sambenito de que eres un muñeco vudú repitiendo lo que dice algún brujo?
Ya yo pasé por esas hace más de diez años. Una vez escribí en Rumbo un artículo sobre el Dr. Marino Vinicio Castillo. A la semana siguiente, el Dr. Castillo aseguraba en “La Respuesta” que “Miguel D. Mena era un seudónimo”, que yo no existía.
Como alguien le dijo que yo sí existía públicamente –como la periodista Ángela Peña, otra mujer de fuego dominicana-, entonces “tuvo” que “recapacitar” la semana siguiente en “La Respuesta”, para afirmar que “Miguel D. Mena sí existe, pero está becado por una poderosa familia dominicana”.
¡Becado yo! ¡Y justo en esos momentos, cuando me la pasaba limpiando pisos o dando clases de español, a duras penas, durante mis estudios de doctorado en la Universidad Libre de Berlín!
Las infamias de entonces, como las de ahora, forman parte del sentido común de quien esté en el gobierno.
Mal de nuestra tambaleante democracia: los gobiernos no pueden aceptar simple y llanamente que no lo hacen bien. Entonces aparecen aquellos que se consideran sus centuriones, sus frente de pago, aquellos que no esperan órdenes ni nada, porque se consideran los samuráis o tal vez mandarines del poder vigente: los samuráis o mandarines que a pesar de sus caras de geishas pensionadas creen que tienen el derecho de borrar a quien sea.
Ahora le toca a Olaya Dotel el baño de infamias. Ahora los paleros intelectuales de ayer se reciclan en los de ahora, suponiendo que no hay cabeza propia ni dignidad en el pensamiento.
Lo que ellos no pueden asumir –justamente la dignidad-, no pueden reconocérsela al otro. Olaya Dotel es una cientista social que se ha ganado un justo espacio en la sociedad dominicana.
Si su objetivo hubiese sido el poder o el dinero, las mejores condiciones hubiese tenido para venderse al mejor postor. Estuviese ahora dirigiendo algún Ministerio o en un organismo internacional, comiendo suchi a cualquier hora o tal vez leyéndose el penúltimo libro de Paulo Coelho. Pero no. Olaya Dotel ha tomado otras sendas…
Sus análisis son incisivos. A ella le preocupan los dispositivos del poder, la manera en que se tejen y expresan, sus márgenes de manipulación y las verdades ocultas de sus lógicas.
Dotel no pertenece a una dirección ortodoxa dentro de las ciencias sociales. Sus paradigmas trascienden los clásicos del marxismo, buscando más una sintonía con una teoría foucaultiana de las representaciones políticas.
En su caso, no se cumple aquella definición “clásica” del sociólogo. Olaya no es quien dice lo que todo el mundo sabe en un lenguaje que nadie entiende.
Olaya Dotel tiene la rara virtud de la síntesis y la brillantez. Su calma en la exposición revela una rara capacidad de oír, de pensar y expresarse concisamente.
Necesitamos su voz, sus análisis, su presencia. Que las mentes calenturientas de nuestros paleros intelectuales entiendan que la sociedad dominicana ya no está para semejantes prácticas de aniquilación.
Olaya Dotel sólo expresa lo que piensa. Aquellos que ahora tratan de ponerle una gran equis a sus palabras, no hacen más que reciclar aquellos decires que pensamos alguna vez se habían quedado agonizantes en esa carretera, aquél 30 de mayo de 1961.
¿Es posible ejercer un pensamiento crítico en la República Dominicana, sin que algún iluminado descubra que tú tienes un conejo argentino bajo la manga?
¿Seguiremos con esa ingeniería de “palerismo intelectual” en el país dominicano? ¿Impondrán los mandarines televisivos sus códigos particulares de ética? ¿Seguirán haciendo ellos sus noches propias de San Bartolomé con lo que queda de inteligente en el país dominicano?
Sigo pensando que nos falta mucho para llegar a una sociedad democrática, donde cada quien tenga el derecho a la palabra.
Al menos tenemos un pensamiento propio y con coraje. Olaya Dotel pertenece a esta política del siglo XXI, a sus ansias de vivir y construir un país realmente democrático, de todos y con todos.

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