viernes, 1 de noviembre de 2013

Como en un abismo moral

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Vivimos como en un abismo moral. Lo predominante en la sociedad dominicana es el parecer sobre el ser. Leonel Fernández en Francia recibiendo un “Reconocimiento de la Universidad París VIII”. La imagen parece ser la única categoría a través de la que se expresa y se libera el tiempo subjetivo. ¿No es ese hombre que ríe, con su “reconocimiento” en las manos, la perversión de la imagen? ¿No es ésa burla la anarquía simpática de una sociedad sin valores, hundida en la guiñada trágica de la corrupción generalizada?
Los valores no flotan incontaminados, todo fenómeno valorativo constituye un elemento de la cultura. En tanto objetos o determinaciones espirituales, los valores no son otra cosa que la expresión concentrada de las relaciones sociales. Las sociedades no pueden ser exitosas sin que la interactuación entre sus miembros esté mediada por una escala de valores y leyes, apoyadas en un régimen de consecuencias. ¿Cómo tener, por ejemplo, una idea cabal de la justicia, si ante nuestros propios ojos los funcionarios corruptos amasan fortunas obscenas y no les pasa nada? ¿De qué puede valer el discurso moralista en el aula de un pobre profesor que se desgañita para explicarles a sus alumnos lo que es la honradez, el bien y la verdad; si el cinismo de una foto tiene categoría de magisterio, y se ampara en el don de un valor social, y esculpe la mentira como un atributo?