La distribución local de la renta sigue generando una pobreza que lleva
aparejada la exclusión social y acentúa los contrastes entre ricos y
pobres, como en toda América Latina
No somos ya un país descalzo. Y aunque por la extrema desigualdad unos
lleven zapatos de marcas exclusivas y otros de medio uso, comprados en
regueras, lo cierto es que salvo algún muchachito de esos que desandan
las calles en su diario entrenamiento en la escuela del delito, no vemos
pies al aire. ¡Todos estamos calzados! Pero mientras caminamos miramos
con recelo a uno y otro lado, atemorizados, espantándonos hasta de
nuestra sombra. ¿Qué ha ocurrido?.