viernes, 29 de noviembre de 2013

Teoría de la corrupción‏

 
 
Con motivo de que soy un “demandado”, en los últimos días he tenido que hablar abundantemente sobre el tema de la corrupción, y me he percatado de que es necesario desalojar del imaginario dominicano algunas ideas respecto de este cáncer que ha azotado históricamente a la sociedad.
Por ejemplo, no se puede explicar la desbordada corrupción de los últimos años situando la historia como si la corrupción fuera una naturaleza, una esencia de la dominicanidad, porque la corrupción se vincula con un orden histórico particular, con un manejo del poder, con una ideología patrimonialista, con la ausencia dramática de instituciones verdaderas; y no con las grandes formas neutras de la naturaleza humana. Lejos del ser, los humanos están anegados en las cosas. La corrupción no es una maldad de origen, sino un vastísimo sistema circulatorio (“El tiburón se baña, pero salpica”), una enorme palanca de movilidad social, ante cuyo funcionamiento el poder es como el susurro de las escamas del réptil. Quienes mejor saben esto son los funcionarios ex pequeños burgueses del PLD, porque toda su naturaleza de clase se transformó súbitamente, abriéndose con la movilidad social unos apetitos cuya ausencia de límites ha borrado cualquier escrúpulo ético.