domingo, 16 de febrero de 2014

La tres rutas posibles o itinerarios del PRD en lucha‏

Por Filiberto Cruz Sánchez
 
Ante la crisis que abate al legendario PRD, yo escribí el presente artículo en los primeros días de enero de 2014. Veía tres rutas posibles, tres itinerarios que describo a continuación, aclarando que ahora, después de escuchar el último discurso de Hipólito Mejía, lo he modificado en ciertos aspectos secundarios. Helas aquí:

a) Continuar en la marca PRD, controlada por Miguel Vargas, siguiendo los derroteros trazados por él a partir del próximo 23 de febrero, pero sin renunciar a la lucha interna, incluyendo las ya habituales demandas en los tribunales electorales dominicanos;
b) Formar otro partido, reconocido por la Junta Central Electoral; y
c) Formar una convergencia de fuerzas políticas para hacer una verdadera oposición al gobierno, sin renunciar jamás al rescate del PRD antes o después del año 2016.
Veamos:
Hasta el pasado viernes 14 de febrero, cuando el ex Presidente Mejía fijó su posición, la primera opción era la predominante en el entorno mayoritario del PRD, aunque sabemos que sigue afectando su imagen ante el electorado dominicano. Se observaba un gran esfuerzo por parte de otros sectores a ver si Miguel Vargas y su grupo entraban en razones y aceptaban la democracia interna del partido. Lo ideal sería que se convoquen a todos sus organismos en forma consensuada, con una agenda común, aprobada por todos los grupos, pero no hay manera de que Miguel y su gente acepten acuerdos verdaderos para que el PRD vuelva a ser la escuela de la democracia. Miguel se siente orondo y respaldado y no cederá en nada, a menos que los demás grupos se inclinen reverentes a sus aspiraciones presidenciales. Yo descarto por completo ese itinerario, seguido ingenuamente por algunos dirigentes, porque los actos políticos de Miguel Vargas, desde el 14 de mayo de 2009 a la fecha, jamás los hizo Peña Gómez, ni siquiera en el momento de mayor fortaleza de su liderazgo. Además, la primera ruta favorece al gobierno, que marcha sin oposición, mientras los presidenciables del PLD se ríen a mandíbula batiente.
(Echar el pleito adentro, con los árbitros en contra; con un padrón reducido, muy reducido, previamente "depurado" y hasta desconocido, es una senda incierta, un salto a lo desconocido que de seguro traerá sus consecuencias; una de ellas sería dejar sembrada la percepción pública de que se trató de una "competencia", cuando se sabe de ante mano cuáles serán los resultados de la Convención, donde se elegirán las "nuevas" autoridades del PRD).
El segundo camino tenía y tiene mucha simpatía, pero sería un fracaso político electoral porque a la hora de votar, a miles de perredeístas les temblaría el pulso antes de marcar en la boleta otro recuadro que no sea el del PRD de sus amores. Si se formara otro partido, habría que inventar nuevas siglas, nuevos símbolos, nuevos colores; recoger firmas y registrarlo o legalizarlo ante la JCE. Yo, personalmente creo que la historia de las divisiones del PRD han sido muy elocuentes hasta ahora y si se trilla esa senda, la cual no estaría libre de riesgos e inconsecuencias, entonces debería iniciarse de abajo hacia arriba, jamás de arriba hacia abajo. Son las bases del PRD las que deben definir el rumbo de su organización, jamás las mentes despistadas y las ambiciones de algunos dirigentes que sólo piensan en sus candidaturas.
Sin embargo, mi ruta preferida, en las actuales circunstancias, es la tercera, con algunas observaciones, que podrán ser modificadas dependiendo del discurrir de nuestra vida política, porque nada es definitivo bajo el cielo.
La formación de una Convergencia, sería para encabezar la lucha del pueblo por sus más sentidas reivindicaciones, sin olvidad el rescate del PRD, para que vuelva a sus rediles, a su mística, a su lucha por mejorar la calidad de la democracia política que ese partico implantó en el país a partir de 1978 e inauguró internamente en 1981 con la "Fórmula de los 13". La Convergencia por un Mejor País, aunque estará integrada por otras fuerzas políticas y sociales, deberá recordarle sistemáticamente a los perredeístas que uno de sus objetivos esenciales será salvar a su partido, jamás para destruirlo y que ella es una vía posible para lograr la anhelada reunificación en la presente situación. Además, dentro de la Convergencia, su fuerza política mayoritaria se identificará como tendencia del PRD y, por tanto, seguirá usando sus símbolos y la imagen de Peña Gómez. Deberá tener sus puertas abiertas al diálogo verdadero con la facción de Miguel Vargas, si es que él quiere a su partido, siempre en búsqueda de la unidad partidaria.
La Convergencia impulsará la unidad de acción con otras agrupaciones políticas, incluyendo aquellas reconocidas por la JCE, por si arriba al 2016 con vida y se presenta la oportunidad de proponer candidaturas, a todos los niveles. Eso quiere decir que la Convergencia debe prepararse desde ya para participar en el proceso electoral, con candidatos de arriba a abajo, a nivel nacional, provincial y municipal, siempre aliados a otros partidos reconocidos que le permita inscribir sus propuestas.
La Convergencia, o como se llame después, hará oposición de verdad, sin dejar de reconocer las medidas positivas del actual gobierno. La Convergencia apoyará las demandas populares, hará movilizaciones pacíficas, pero masivas, contra la impunidad, el crimen, la corrupción administrativa y la depredación de nuestros recursos naturales; demandará la renuncia de los jueces venales, que archivan demandas por sus compromisos con el pasado reciente.
Creemos que esa será la vía más expedita para salvar al país y al PRD. Se tratará de una dinámica compleja pero ascendente, unida a la lucha del pueblo, que trazará la ruta salvadora de la democracia política, prostituida por la súper maquinaria corrupta que dirige los destinos del país.

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