Por: Nélsido Herasme
Si tomamos en cuenta lo que está ocurriendo en el
Partido Revolucionario Dominicano, hemos de concluir que es extemporánea la salida a las calles del
Luis Abinader, en busca de apoyo para su candidatura presidencial para el 2016.
Estimo y admiro mucho al licenciado Abinader, lo creo un hombre potable,
capaz, trabajador dentro y fuera de la política, y soy de los que entienden que
reúne todas las condiciones para la presidencia de la República, pero pienso
que su equipo lo lleva muy rápido.
Sus cualidades, en su justo
momento la hemos valorados; su prolífica carrera empresarial ha sido motivación
para resaltarla. El personalmente lo sabe.
En esta hora el PRD libra una
lucha tenaz y enconada entre quienes se creen, por sentencia, dueños de la
organización y los que se apoyan en la historia, en sus estatutos y en sus
principios.
Luis debe saber que hay un
camino que hay que trillar y un proceso que hay que agotar, por lo tanto, este
es un momento de prueba; no de candidatura presidencial.
Decía el cantautor venezolano,
Alí Primera, que “Si la lucha del pueblo se dispersa no habrá victoria
popular en el combate”.
Ante todo, Luis es una persona de ideas, con un gran olfato y una clara
visión para oler y observar lo que se cuece en política. Soy de los que piensan
que en las circunstancias actuales por la que atraviesa el PRD, el compañero de
fórmula de Hipólito Mejía, no se está manejando, por lo que entiendo, debe
ponerse las pilas y dejar de jugar a “sacarle provecho a la situación interna
de su partido”.
La postura de Luis Abinader no es política, sino del conciliador, del
que hace causa común con quienes desde dentro tratan de arrodillar al gigante
de la democracia. Quienes orientan a Luis Rodolfo están cometiendo el pecado de
Judas, a lo igual que el que se cruza de brazos.
El contacto con dirigentes de esa organización, más
que para reestructurar equipo de campaña, debe ser para empoderarlos sobre la
necesidad de que hay que celebrar unas primarias limpias y transparentes,
para escoger la nueva directiva que ha de regir los destinos de la entidad
política.
El economista y empresario debe saber que las cosas es
por parte que se hacen, y que lo primero es enderezar lo que está torcido,
después viene lo otro.
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