La Internacional Socialista de Mujeres (ISM) es una institución política que tiene una
historia de aportes en la lucha de reivindicar los derechos de las mujeres
dominicanas. Saludamos este panel, un espacio para intercambiar miradas sobre la situación de la
mujer como víctima sobreviviente de diferentes
tipos de violencias, desde el acceso y
toma de poder, y analizar las políticas públicas, así como los programas
y líneas de acción a niveles regional y mundial, que apoyen una mejor condición
de bienestar para las mujeres del mundo,
desde la garantía de los derechos fundamentales
Las mujeres socialdemócratas, estamos comprometidas
desde siempre con la lucha por la igualdad, y nos apena recibir este 8 de
marzo, viviendo hoy, más que nunca, en un estado de violencia permanente que
arropa las vidas de las latinoamericanas y la de sus familias. La pobreza sigue
teniendo rostro de mujer. La pobreza es
madre soltera. Pero también, la pobreza
es una mujer maltratada, víctima de violencia física, emocional, económica y
social.
Hoy nos
preguntamos las mujeres ¿Dónde estamos?... Las cosas para nosotras están
mejores que cuando comenzó nuestra lucha por la equidad, pero la igualdad sigue
siendo un sueño.
América Latina está muy amarrada al modelo político
masculino, y la corrupción impide que las políticas
públicas de género avancen
y se posicionen. Los partidos políticos no quieren hacer nada en A. Latina
Las políticas públicas de género en nuestra región en
general, son muy asistencialistas, en las que las mujeres somos vistas como
sectores vulnerables de la población, no como agentes de derechos y ciudadanas.
Por ello, no atienden necesidades estratégicas de las mujeres, como garantizar
la igualdad de oportunidades.
La violencia de
género representa uno de los principales problemas que enfrentamos las mujeres.
Es una de las manifestaciones más extremas de la desigualdad y la
discriminación y es la vulneración más extendida de sus derechos humanos.
Aunada a la condición de pobreza, constituye un obstáculo a su pleno desarrollo
y una seria limitación para el avance productivo y democrático de las
sociedades.
La cotidianidad nos dice que, pese a la promulgación de
normas para la prevención y erradicación de la violencia, estas no han
redundado en una disminución significativa de casos. Las políticas, programas y
servicios estatales de apoyo a las mujeres víctimas de violencia en sus
diferentes manifestaciones son reducidos, no abarcan todo el territorio
nacional, están sujetos a los cambios políticos careciendo de continuidad y
abarcan sólo algunas manifestaciones de la violencia contra las mujeres.
En lo que va de
año son cifras alarmantes de feminicidios
registrados en el sistema de justicia. Pero nos preguntamos: ¿Para qué
contarlas? Son muchas las mujeres
latinas que mueren victimas de feminicidios, ya lo sabemos, la sociedad lo
sabe, el estado lo sabe, entonces ¿qué estamos haciendo para evitarlo?, Los
femicidios, son la máxima expresión de la violencia contra la mujer, en la
actualidad es una de las principales causas de muerte de las mujeres, se ha
convertido en una epidemia que mata y condena a la orfandad a cientos de niñas
y niños.
La inclusión de
la perspectiva de género en las políticas públicas ha permitido avanzar en
solventar la desigualdad, en atención a la agenda mundial. El perfil de la mujer en nuestros países,
reconociendo que en su mayoría, están en estado de pobreza y marginalidad, y
que siguen siendo mayoría en el mercado informal, por necesidad más que por
vocación y cuyo reto es superar el rezago en diversas áreas, entre las cuales
es destacable la conciliación entre familia-trabajo, por lo que podríamos
considerar que el tipo de políticas públicas debe ser dirigidos a crear
programas adecuados para potenciar las capacidades y garantizar el ejercicio de
sus derechos, como consecuencia de las amplias perspectivas de crecimiento que
ofrecen las mujeres en la creación de empleos y de desarrollo.
Como partido
reafirmamos nuestro compromiso con
dar oportunidades a las mujeres
dominicanas en posiciones de poder y crear y apoyar políticas públicas a favor del desarrollo y el bienestar de las
mujeres.
Invitamos a sumarse en una alianza por el compromiso de
un plan de nación, trabajara desde el gobierno para que las políticas públicas
en el área de la lucha contra la violencia de género sean elaboradas tomando en cuenta los planes que se han
elaborado.
La violencia contra la mujer debe de ser una prioridad
de nuestros gobiernos, reconociéndola como una violación a sus derechos, pero
también como un problema de salud pública. Por lo que el liderazgo político de
nuestra región debe expresar públicamente que asume un compromiso de voluntad
política, y que destinara recursos del presupuesto nacional para fortalecer y
crear mecanismos de prevención, atención y monitoreo a la violencia contra la
mujer dominicana.
No podemos hablar
de erradicar la violencia contra la mujer si el estado no entiende que los
planes y programas son un proceso que requieren inversión económica, y que la
educación es una herramienta esencial en la construcción de una nueva
socialización de roles entre hombres y mujeres.
Al final nos
debemos preguntar ¿hacia dónde vamos?... ¿hacia la paridad?... ¿entonces la
igualdad sigue siendo un sueño? Las mujeres hoy debemos disponernos a ejecutar
acciones inteligentes, a tomar medidas audaces a generar movimientos
transformadores que tiendan a cerrar brechas y a tender puentes para que las
mujeres logremos un sitial de primacía y decisión, pero sobre todo a que
construir una vida sin violencia, porque las mujeres damos vidas, queremos
vivir.
No podemos pecar de ilusas, pero tampoco de demasiado
pragmáticas. Nuestra responsabilidad
ahora es dar un gran salto a un segundo piso de reformas esenciales que
permitan alcanzar las cosas que aún no nos permiten nuestra autonomía. La primera y más importante es lograr que las
mujeres dejemos de ser invisibles para las grandes políticas de Estado. No es posible que ser mujer sea un lastre
para alcanzar un puesto directivo en una empresa, un empleo medio o de base,
cuando estamos poblando las aulas universitarias, cuando somos mayoría dentro
de las facultades.
No es posible que ser mujer sea un obstáculo casi
insalvable para obtener crédito de la banca comercial. No es posible que el
alto rendimiento académico nuestro no nos sirva para acceder a puestos de
trabajo dignos.
El escenario mundial está montado a la espera de gobiernos que promuevan una transformación
física y ética de la nación, pues de nada sirve que recordemos otro ocho de
marzo si las mujeres latinoamericanas seguimos siendo asesinadas y los
gobiernos, siguen ocultándonos tras la indiferencia esta realidad, dejándonos
un legado de desarrollo en infraestructura en medio de la decadencia moral y países
en bancarrotas.
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