DE LA CIÉNAGA A LAS CAOBAS: UN MITO POR DECRETO
Foto que acompaña reportaje diario El Nacional.
Un
reportaje del diario El Nacional pone en escena este domingo que
decenas de residentes del sector La Javilla, en Sabana Perdida (Santo
Domingo Norte), se movilizan en demanda de que las autoridades les
entregue las viviendas que en un acto ampliamente publicitado por
la administración recién pasada inauguro con la presencia del entonces
presidente Leonel Fernandez, lo que ha dado lugar a enfrentamientos con
agentes policiales apostados para evitar el acceso al complejo
habitacional supuestamente construido para personas de escasos
recursos económicos.
Hurgando
en los archivos de la inequidad 'democrática' del país, localizamos un
articulo firmado por Santiago Hirujo, publicado en el desaparecido
diario "El Siglo" el dia 27 de septiembre de 1991. En este articulo se
cuenta la historia de promesas y mentiras de los gobiernos
de Joaquín Balaguer, Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco,
con relación a la entrega de viviendas a los 'desalojados' del sector
La Ciénaga, de la capital dominicana, y que parecería un adelanto a lo
que aun viven los desheredados de la fortuna.
A continuación el Artículo de Santiago Hirujo publicado en El Siglo, 27/9/1991)
La historia se cuenta así:
En
la composición, de fondo, el barrio La Ciénaga, a orillas
del río Ozama; Joaquín Balaguer y debajo (izq.) la mitra, símbolo de la
autoridad eclesiástica. Ilustración: presenciadigital)
En una reunión en
el Palacio Nacional, una alta personalidad eclesiástica comenzó a
proponer la búsqueda de una solución al problema de La Ciénaga. Y el
presidente Balaguer lo cortó, secante y categórico: “Delante de mí no se
puede mencionar La Ciénaga, porque yo la trasladé completa a Las
Caobas, y ellos regresaron”. Verdadera o inventada, la historia revela
un mito: El supuesto traslado de La Ciénaga a Las Caobas, en los años
1977‐78. Y el cacareado regreso de sus habitantes, desde las
“higiénicas” casas de Las Caobas, a la inmundicia de La Ciénaga.
Mito repetido sin
rubor, y como dogma oficial, por el propio presidente Balaguer,
funcionarios y políticos, medios de comunicación, profesionales,
religiosos, y, en guaguas y corrillos callejeros, por gente de todo el
arcoiris nacional. Y blandido como el argumento último para no buscar
una solución definitiva y humana a un problema de tres décadas.
Porque los mitos se
crean y se echan a correr. Y se convierten en verdades incuestionables,
pese a toda la evidencia contraria. Porque los mitos no responden a la
verdad de la ciencia, sino a la ciencia de los intereses.
UN MITO POR DECRETO
Los huracanes que han azotado Republica Dominicana han producido daños a la propiedad y muertes en toda la geografía nacional.
El mito comenzó a
forjarse en 1975. En septiembre de ese año el ciclón Eloisa inundó, una
vez más, La Ciénaga. Muertes, derrumbes, casas destruidas, epidemias, y,
el clamor nacional, parieron, el 22 de ese mes, el decreto Nº1337 del
presidente Balaguer. En él se disponía el “traspaso de los residentes
del sector denominado “La Ciénaga” a un nuevo barrio que será construido
por el Gobierno Nacional en la ciudad capital”.
Inmediatamente, y
en el plazo de un día, el Cuerpo de Ayudantes de la Presidencia, hizo el
primer censo. En octubre fue chequeado y revisado. Para el 1977 se
calcula que en La Ciénaga vivían 3,548 familias, con “más de 20,000
personas”. Para trasladar a esas 3,548 familias, el gobierno dispuso la
construcción de 1,500 viviendas en Las Caobas. De entrada faltaban más
de dos mil viviendas para alojar a todas las familias de La Ciénaga.
En marzo de 1977,
en plena campaña electoral, y con la Cruzada de Amor tratando de
mantener los votos, tradicionalmente reformistas, de esa zona, se
realizó otro censo. Ese censo “se llevó a cabo de un modo desconcertante
y desorientador”, y con él “no se prevé que haya mucha justicia”. El
barrio se fue llenando de “gran temor y desaliento”. Porque ningún
organismo oficial mostró interés en el dialogar con las organizaciones
del barrio, sino era para imponer sus planes y acallar protestas”.
Las Caobas, Santo Domingo, (Santo Domingo Oeste).
Para acallar esas
protestas, el ingeniero Rafael Bisonó, uno de los constructores de Las
Caobas, prometió ese mismo mes, que “las viviendas de la urbanización
serían entregadas únicamente (*) a los moradores de La Ciénaga, y no a
personas extrañas como se ha estado diciendo”. Y prometió la entrega de
parte de las viviendas para mediados del mes de abril. Un nuevo motivo
de inquietud surgió en el barrio, en ese mes de abril, cuando
inspectores de Bienes Nacionales comenzaron a investigar la situación
“real” de cada familia. La idea era, según se denunció, que los
inquilinos tendrían que pagar 500 pesos como avance por la vivienda. Los
que no pagaran esa suma, se quedarían sin nada.
Ante la nueva
protesta, el licenciado Ángel O. Castillo, encargado del departamento de
Bienestar Social de esa institución salió al paso desmintiendo a sus
subalternos. Y reiteró el interés de Bienes Nacionales de que las
viviendas de Las Caobas sean entregadas a las personas más necesitadas
de La Ciénaga.
El tres de mayo,
cuando todo “todo parece precipitarse” para el desalojo, la Comunidad
Católica de La Ciénaga se queja de que, a año y medio del decreto, aún
no se sepa “cuándo y cómo y quiénes pasarán este desalojo”, que “no
promete ser el mejor y más justo”. Y teme “que todo sea decidido a
última hora y los problemas vayan a ser más difíciles de lo que se puede
prever”.
Barrios en las inmediaciones de los puentes Duarte y Juan Bosch, sobre el río Ozama, al Este de la capital dominicana.
El golpe de gracia
llega cinco meses más tarde. En octubre, el presidente Balaguer visita,
sorpresivamente, el barrio El Ancón (Lengua Azul), en la cabecera
“oriental” del puente Duarte. Y dispone, sin más, el traslado de todas
las familias de ese barrio al proyecto Las Caobas. En El Ancón había
unas 900 familias. Y vino el desalojo, por etapas. Que “fue peor ciclón
que el de 1975”. Lo ejecutó Bienes Nacionales, con su directora, Mariana
Binet Mieses a la cabeza, según confirma el P. Jorge Cela, quien
trabaja desde hace 18 años en esa zona. Y no por la Cruzada de Amor,
como se afirma.
El Ancón fue
arrancado de cuajo. En él no quedó ni una familia. Ni un rancho. Ni
siquiera los perros. Se lo militarizó para que nadie pusiera un pie ahí
en lo adelante. Se lo arbolizó. Y catorce años después, es un hermoso y
tupido bosque. Testigo ecológico de una promesa no cristalizada en
mentira y mito. En cambio, sólo entre 400 a 500, de 3,548 familias de La
Ciénaga, fueron trasladadas a Las Caobas, en todas las etapas de ese
desalojo. En un traslado hecho “con criterios discriminatorios e
injustos, llevando a cabo un desmache”. Es decir, sacando una familia de
aquí, otra de allá, otra de más allá. Sin ningún orden. Sin respetar
ningún censo. Sin cumplir nada del decreto presidencial y las promesas
de los funcionarios del gobierno.
Más de tres mil
familias de La Ciénaga quedaban ahí en medio de lodo, de epidemias y la
muerte. Y ahora con otra muerte encima: la pérdida definitiva de la
posibilidad de una vivienda en la tierra prometida de Las Caobas. Pues
Balaguer perdió las elecciones del 16 de mayo del 1978 a manos del
Partido Revolucionario Dominicano. Y, en la debacle nacional del 16 de
mayo al 16 de agosto, todas las viviendas de la urbanización fueron
repartidas. Muchas de ellas, según se denunció, vendidas “a personas que
nunca vivieron en el barrio La Ciénaga”. Y es que el ciclón Eloisa
“vino solamente a poner en evidencia” que los conjuntos multifamiliares
(saco sin fondo del derroche) no fueron construidos para alojar a los
miles de familias de los barrios marginados”
LOS DESALOJADOS DEL MITO SIGUEN GRITANDO
Muestra del mítico desalojo “que nunca se realizó” durante los “doce años” del
presidente Balaguer, concluidos el 16 de agosto de 1978, es la carta
que, el 27 de ese mismo mes y año, a 11 días de inaugurado el gobierno
perredeísta de Antonio Guzmán, dirige la Junta de Vecinos de La Ciénaga a
la administradora de Bienes Nacionales, Frida Martínez de Espinal,
exponiéndole la situación por la que ha pasado nuestro barrio y la que
en la actualidad sigue pasando”.
La Junta pide “que
se nos de una respuesta clara sobre qué solución se dará a nuestra
situación actual”. Sugiere que se haga un nuevo “censo de todos los
vecinos de La Ciénaga”, que se tome en cuenta el de septiembre de 1975 y
posterior a ése. Y “Solicita que el desalojo decretado y no llevado a
cabo completamente en el gobierno pasado sea mantenido, planificado y
ejecutado”.
Jorge Cela señala:
“Algunos de los moradores en 1977 soñaron con ser trasladados al barrio
Las Caobas, supuestamente construido para ellos y que luego fue
entregado a otros. Hoy viven en pésimas condiciones del barrio: sin
calles ni servicios públicos, son inundaciones cada vez que llueve”. El
“Informe de las comunidades SJ” dice, en julio de 1978, que “El barrio
sigue en su sitio con más de 10,000 habitantes... esperando un desalojo
que no llega”.
Un año después, el
nueve de julio de 1979, el presidente Guzmán, mediante el decreto
Nº100028, dispone “evaluar el estado de peligro en que viven las
familias hacinadas, en forma infrahumana, en los barrios El Caliche, El
Setenta, La Calle 43 Cienfuegos”.
Don Antonio Guzmán Fernandez.
Ante ese decreto,
los cienagüeros se preguntan “¿Y por qué no La Ciénaga?”. Ya que sigue
siendo “el más poblado de todos los sectores humildes, paupérrimos,
quecircundan la ciudad capital”. Ya que “El pasado régimen reformista...
quiso resolver la situación de La Ciénaga”, trasladando a sus
habitantes a Las Caobas, pero “Allí fueron ubicadas tan solo algunas de
las familias de La Ciénaga”. Pues “Gran parte de las viviendas recayeron
en personas que no vivían en el paupérrimo barrio”.
El 30 de septiembre
de ese año, la Asociación de Moradores de La Ciénaga pide el desalojo
de esa zona, dado que “La Ciénaga es un pantano donde merecen vivir
únicamente los puercos”. Y da la cifra, poco confiable, de “más de cinco
mil familias de ese lugar”. Este pedido viene después del anuncio,
hecho el 11 de este mes, por el síndico del Distrito Nacional, Pedro
Franco Badía, de “los planes del gobierno para trasladar a otro lugar a
los habitantes de La Ciénaga”, tras el paso del huracán David y la
tormenta Federico, a finales de agosto y principios de septiembre. El
traslado se haría, según se dijo, “al Norte y Este de la ciudad”.
Pasó el gobierno
del presidente Guzmán (1978‐1982). Y, ¿por temor a romper el mito
balaguerista de una ciénaga desalojada?, dejó a los cienagüeros ahí.
Como excusa para otras campañas. Y para tomarlos en cuenta sólo “en los
períodos electorales”.
Salvador Jorge Blanco.
LOS NUNCA IDOS QUE REGRESARON
Pero el mito de La
Ciénaga desalojada ya “por lo menos tres veces” por el presidente
Balaguer, tiene una segunda parte, inseparable y complementaria de la
primera: la del regreso masivo a ese lugar de las 3,548 familias que lo
habitaban antes del desalojo de solo entre 400 y 500 de ellas. Esa es
“la creencia ‐infundada o no‐” que tiene “buena parte de la ciudadanía”.
Incluso, “Algunas personas en el aparato oficial de la construcción”
amplían ese desalojo a Los Guandules. Y sostienen que... sus moradores
(de Los Guandules y La Ciénaga) ya habían sido trasladados a un barrio
modelo en Las Caobas y habían vuelto”. ¿Regresaron, en verdad, esas
familias a La Ciénaga?
Un estudio de 1979
revela que los cienagüeros fueron ubicados, mayoritariamente, en cuatro
de las 44 manzanas que tuvo originalmente Las Caobas. Y que 25 de esas
familias habían emigrado a otros lugares, para la fecha del estudio.
“Contrario a lo que opinan muchos, la mayoría de esas familias no
volvieron a La Ciénaga”, afirma Andrea Heyaime de Aristy, dirigente
reformista, quien se atribuye el haber trabajado en el desalojo de La
Ciénaga junto a Emma Balaguer de Vallejo.
De las que
traspasaron o alquilaron las casas en Las Caobas, “algunas se asentaron
nuevamente en La Ciénaga”. Es la conclusión del estudio INVI‐OEA, ya
citado, en el que participó, al menos, uno de los técnicos que trabajó
en el proceso de desalojo de La Ciénaga. El padre Jorge Cela, con 18
años viviendo el vía crucis de esa zona, nos habla de 20 familias que
retornaron. Y la directora de Bienes Nacionales, Mariana Binet de
Mieses, publica en la prensa nacional que, en abril de 1978, esa
institución “ha detectado...varios casos de traspasos de viviendas en
Las Caobas por desalojados de El Ancón y La Ciénaga”.
¿Cuántos fueron
esos varios casos? El mito‐verdad oficial afirma que ascienden a
3,548.La Ciénaga, sin embargo, está poblada, hoy, por los que nunca
fueron sacados de ahí, por nuevos pobladores y por los que regresaron.
Pues, aunque las viejas casas desalojadas fueron destruidas, los lotes
quedaron sin protección.
EL MITO, ¿PARTE DOS?
Y, a dieciséis años
del primer decreto, el mismo presidente Balaguer emite el segundo. Esta
vez con la rabia del mito‐dogma oficial bailándole de ira en la voz, al
proclamar ante las cámaras televisivas: “El gobierno que presidí hace
doce años, construyó el barrio Las Caobas exclusivamente para los
moradores de La Ciénaga. Las personas fueron trasladadas, pero poco
después abandonaron sus viviendas y optaron por retornar al barrio de La
Ciénaga y al barrio de Los Guandules”.
Y basamenta su
posición de no cejar “un punto, ni una pulgada siquiera” en lo del nuevo
desalojo, en un argumento ecológico que se cae al suelo por simple
posición geográfica: Desde “La Ciénaga, desde Los Guandules, salen los
principales desperdicios, las principales materias de contaminación de
los ríos Isabela y Ozama”. Pues ambos barrios no tienen nada que ver con
el río Isabela, que les queda mucho más arriba. Además, como han
demostrado todos los estudios serios, la contaminación principal de esos
dos ríos, por no reciclable, es la de “más de 100 industrias” que
“vierten sus desechos químicos en ellos”, y no la humana, fácilmente
reciclable. Y, ni en La Ciénaga ni en Los Guandules hay ninguna
industria de ésas. Todas quedan antes de la confluencia de ambos ríos,
Los Tres Brazos. A un kilómetro, más o menos, de donde se inicia el
primero de esos barrios. Más aún. No son sólo esos dos barrios los que
contaminan a esos ríos. Son todos “los barrios que han crecido a sus
orillas”. Peor: Es “toda la ciudad (la que) echa sus desechos al río”.
Pero también, esta
vez el presidente Balaguer utiliza la misma táctica del pasado:
enfrentar a los desalojados del Faro a Colón con los de La Ciénaga por
la posesión de los apartamentos de la Ciudad del Almirante, como en el
77 enfrentó a los de El Ancón con los de La Ciénaga por los de Las
Caobas.
¿Quién se quedará
esta vez con la estaca? Porque ahora en La Ciénaga hay más de 10 mil
familias con cerca de 60 mil personas. Y los apartamentos de la Ciudad
del Almirante son sólo 40054. Construidos para alojar a parte de las
“más de tres mil familias propietarias e inquilinas” desalojadas de
Maquiteria y el entorno al Faro a Colón. Algunas de las cuales “llevan
tres años esperando sus casas”. Y esos apartamentos son solamente para
gente “educada” en la nueva discriminación social que se ha introducido
con relación a los desalojados “entre educados y mal educados”.
En un desalojo
encargado a militares para hacerlo “inmediatamente” por decreto, lo que
“puede ser el equivalente a un huracán”. Un desalojo al que, desde ya,
comienza a vérseles más perspectivas de fracaso que de éxito. Al menos
si no quiere realizárselo a sangre y fuego, sino de una manera
humanitaria. Y cuyo costo rondaría los RD$1,700 millones de pesos.
Los nunca idos que regresan. Historia verídica de promesas mentirosas de Gobiernos de ayer y hoy
DE LA CIÉNAGA A LAS CAOBAS: UN MITO POR DECRETO
Foto que acompaña reportaje diario El Nacional.
Un
reportaje del diario El Nacional pone en escena este domingo que
decenas de residentes del sector La Javilla, en Sabana Perdida (Santo
Domingo Norte), se movilizan en demanda de que las autoridades les
entregue las viviendas que en un acto ampliamente publicitado por
la administración recién pasada inauguro con la presencia del entonces
presidente Leonel Fernandez, lo que ha dado lugar a enfrentamientos con
agentes policiales apostados para evitar el acceso al complejo
habitacional supuestamente construido para personas de escasos
recursos económicos.
Hurgando
en los archivos de la inequidad 'democrática' del país, localizamos un
articulo firmado por Santiago Hirujo, publicado en el desaparecido
diario "El Siglo" el dia 27 de septiembre de 1991. En este articulo se
cuenta la historia de promesas y mentiras de los gobiernos
de Joaquín Balaguer, Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco,
con relación a la entrega de viviendas a los 'desalojados' del sector
La Ciénaga, de la capital dominicana, y que parecería un adelanto a lo
que aun viven los desheredados de la fortuna.
A continuación el Artículo de Santiago Hirujo publicado en El Siglo, 27/9/1991)
La historia se cuenta así:
En
la composición, de fondo, el barrio La Ciénaga, a orillas
del río Ozama; Joaquín Balaguer y debajo (izq.) la mitra, símbolo de la
autoridad eclesiástica. Ilustración: presenciadigital)
En una reunión en
el Palacio Nacional, una alta personalidad eclesiástica comenzó a
proponer la búsqueda de una solución al problema de La Ciénaga. Y el
presidente Balaguer lo cortó, secante y categórico: “Delante de mí no se
puede mencionar La Ciénaga, porque yo la trasladé completa a Las
Caobas, y ellos regresaron”. Verdadera o inventada, la historia revela
un mito: El supuesto traslado de La Ciénaga a Las Caobas, en los años
1977‐78. Y el cacareado regreso de sus habitantes, desde las
“higiénicas” casas de Las Caobas, a la inmundicia de La Ciénaga.
Mito repetido sin
rubor, y como dogma oficial, por el propio presidente Balaguer,
funcionarios y políticos, medios de comunicación, profesionales,
religiosos, y, en guaguas y corrillos callejeros, por gente de todo el
arcoiris nacional. Y blandido como el argumento último para no buscar
una solución definitiva y humana a un problema de tres décadas.
Porque los mitos se
crean y se echan a correr. Y se convierten en verdades incuestionables,
pese a toda la evidencia contraria. Porque los mitos no responden a la
verdad de la ciencia, sino a la ciencia de los intereses.
UN MITO POR DECRETO
Los huracanes que han azotado Republica Dominicana han producido daños a la propiedad y muertes en toda la geografía nacional.
El mito comenzó a
forjarse en 1975. En septiembre de ese año el ciclón Eloisa inundó, una
vez más, La Ciénaga. Muertes, derrumbes, casas destruidas, epidemias, y,
el clamor nacional, parieron, el 22 de ese mes, el decreto Nº1337 del
presidente Balaguer. En él se disponía el “traspaso de los residentes
del sector denominado “La Ciénaga” a un nuevo barrio que será construido
por el Gobierno Nacional en la ciudad capital”.
Inmediatamente, y
en el plazo de un día, el Cuerpo de Ayudantes de la Presidencia, hizo el
primer censo. En octubre fue chequeado y revisado. Para el 1977 se
calcula que en La Ciénaga vivían 3,548 familias, con “más de 20,000
personas”. Para trasladar a esas 3,548 familias, el gobierno dispuso la
construcción de 1,500 viviendas en Las Caobas. De entrada faltaban más
de dos mil viviendas para alojar a todas las familias de La Ciénaga.
En marzo de 1977,
en plena campaña electoral, y con la Cruzada de Amor tratando de
mantener los votos, tradicionalmente reformistas, de esa zona, se
realizó otro censo. Ese censo “se llevó a cabo de un modo desconcertante
y desorientador”, y con él “no se prevé que haya mucha justicia”. El
barrio se fue llenando de “gran temor y desaliento”. Porque ningún
organismo oficial mostró interés en el dialogar con las organizaciones
del barrio, sino era para imponer sus planes y acallar protestas”.
Las Caobas, Santo Domingo, (Santo Domingo Oeste).
Para acallar esas
protestas, el ingeniero Rafael Bisonó, uno de los constructores de Las
Caobas, prometió ese mismo mes, que “las viviendas de la urbanización
serían entregadas únicamente (*) a los moradores de La Ciénaga, y no a
personas extrañas como se ha estado diciendo”. Y prometió la entrega de
parte de las viviendas para mediados del mes de abril. Un nuevo motivo
de inquietud surgió en el barrio, en ese mes de abril, cuando
inspectores de Bienes Nacionales comenzaron a investigar la situación
“real” de cada familia. La idea era, según se denunció, que los
inquilinos tendrían que pagar 500 pesos como avance por la vivienda. Los
que no pagaran esa suma, se quedarían sin nada.
Ante la nueva
protesta, el licenciado Ángel O. Castillo, encargado del departamento de
Bienestar Social de esa institución salió al paso desmintiendo a sus
subalternos. Y reiteró el interés de Bienes Nacionales de que las
viviendas de Las Caobas sean entregadas a las personas más necesitadas
de La Ciénaga.
El tres de mayo,
cuando todo “todo parece precipitarse” para el desalojo, la Comunidad
Católica de La Ciénaga se queja de que, a año y medio del decreto, aún
no se sepa “cuándo y cómo y quiénes pasarán este desalojo”, que “no
promete ser el mejor y más justo”. Y teme “que todo sea decidido a
última hora y los problemas vayan a ser más difíciles de lo que se puede
prever”.
Barrios en las inmediaciones de los puentes Duarte y Juan Bosch, sobre el río Ozama, al Este de la capital dominicana.
El golpe de gracia
llega cinco meses más tarde. En octubre, el presidente Balaguer visita,
sorpresivamente, el barrio El Ancón (Lengua Azul), en la cabecera
“oriental” del puente Duarte. Y dispone, sin más, el traslado de todas
las familias de ese barrio al proyecto Las Caobas. En El Ancón había
unas 900 familias. Y vino el desalojo, por etapas. Que “fue peor ciclón
que el de 1975”. Lo ejecutó Bienes Nacionales, con su directora, Mariana
Binet Mieses a la cabeza, según confirma el P. Jorge Cela, quien
trabaja desde hace 18 años en esa zona. Y no por la Cruzada de Amor,
como se afirma.
El Ancón fue
arrancado de cuajo. En él no quedó ni una familia. Ni un rancho. Ni
siquiera los perros. Se lo militarizó para que nadie pusiera un pie ahí
en lo adelante. Se lo arbolizó. Y catorce años después, es un hermoso y
tupido bosque. Testigo ecológico de una promesa no cristalizada en
mentira y mito. En cambio, sólo entre 400 a 500, de 3,548 familias de La
Ciénaga, fueron trasladadas a Las Caobas, en todas las etapas de ese
desalojo. En un traslado hecho “con criterios discriminatorios e
injustos, llevando a cabo un desmache”. Es decir, sacando una familia de
aquí, otra de allá, otra de más allá. Sin ningún orden. Sin respetar
ningún censo. Sin cumplir nada del decreto presidencial y las promesas
de los funcionarios del gobierno.
Más de tres mil
familias de La Ciénaga quedaban ahí en medio de lodo, de epidemias y la
muerte. Y ahora con otra muerte encima: la pérdida definitiva de la
posibilidad de una vivienda en la tierra prometida de Las Caobas. Pues
Balaguer perdió las elecciones del 16 de mayo del 1978 a manos del
Partido Revolucionario Dominicano. Y, en la debacle nacional del 16 de
mayo al 16 de agosto, todas las viviendas de la urbanización fueron
repartidas. Muchas de ellas, según se denunció, vendidas “a personas que
nunca vivieron en el barrio La Ciénaga”. Y es que el ciclón Eloisa
“vino solamente a poner en evidencia” que los conjuntos multifamiliares
(saco sin fondo del derroche) no fueron construidos para alojar a los
miles de familias de los barrios marginados”
LOS DESALOJADOS DEL MITO SIGUEN GRITANDO
Muestra del mítico desalojo “que nunca se realizó” durante los “doce años” del
presidente Balaguer, concluidos el 16 de agosto de 1978, es la carta
que, el 27 de ese mismo mes y año, a 11 días de inaugurado el gobierno
perredeísta de Antonio Guzmán, dirige la Junta de Vecinos de La Ciénaga a
la administradora de Bienes Nacionales, Frida Martínez de Espinal,
exponiéndole la situación por la que ha pasado nuestro barrio y la que
en la actualidad sigue pasando”.
La Junta pide “que
se nos de una respuesta clara sobre qué solución se dará a nuestra
situación actual”. Sugiere que se haga un nuevo “censo de todos los
vecinos de La Ciénaga”, que se tome en cuenta el de septiembre de 1975 y
posterior a ése. Y “Solicita que el desalojo decretado y no llevado a
cabo completamente en el gobierno pasado sea mantenido, planificado y
ejecutado”.
Jorge Cela señala:
“Algunos de los moradores en 1977 soñaron con ser trasladados al barrio
Las Caobas, supuestamente construido para ellos y que luego fue
entregado a otros. Hoy viven en pésimas condiciones del barrio: sin
calles ni servicios públicos, son inundaciones cada vez que llueve”. El
“Informe de las comunidades SJ” dice, en julio de 1978, que “El barrio
sigue en su sitio con más de 10,000 habitantes... esperando un desalojo
que no llega”.
Un año después, el
nueve de julio de 1979, el presidente Guzmán, mediante el decreto
Nº100028, dispone “evaluar el estado de peligro en que viven las
familias hacinadas, en forma infrahumana, en los barrios El Caliche, El
Setenta, La Calle 43 Cienfuegos”.
Don Antonio Guzmán Fernandez.
Ante ese decreto,
los cienagüeros se preguntan “¿Y por qué no La Ciénaga?”. Ya que sigue
siendo “el más poblado de todos los sectores humildes, paupérrimos,
quecircundan la ciudad capital”. Ya que “El pasado régimen reformista...
quiso resolver la situación de La Ciénaga”, trasladando a sus
habitantes a Las Caobas, pero “Allí fueron ubicadas tan solo algunas de
las familias de La Ciénaga”. Pues “Gran parte de las viviendas recayeron
en personas que no vivían en el paupérrimo barrio”.
El 30 de septiembre
de ese año, la Asociación de Moradores de La Ciénaga pide el desalojo
de esa zona, dado que “La Ciénaga es un pantano donde merecen vivir
únicamente los puercos”. Y da la cifra, poco confiable, de “más de cinco
mil familias de ese lugar”. Este pedido viene después del anuncio,
hecho el 11 de este mes, por el síndico del Distrito Nacional, Pedro
Franco Badía, de “los planes del gobierno para trasladar a otro lugar a
los habitantes de La Ciénaga”, tras el paso del huracán David y la
tormenta Federico, a finales de agosto y principios de septiembre. El
traslado se haría, según se dijo, “al Norte y Este de la ciudad”.
Pasó el gobierno
del presidente Guzmán (1978‐1982). Y, ¿por temor a romper el mito
balaguerista de una ciénaga desalojada?, dejó a los cienagüeros ahí.
Como excusa para otras campañas. Y para tomarlos en cuenta sólo “en los
períodos electorales”.
Salvador Jorge Blanco.
LOS NUNCA IDOS QUE REGRESARON
Pero el mito de La
Ciénaga desalojada ya “por lo menos tres veces” por el presidente
Balaguer, tiene una segunda parte, inseparable y complementaria de la
primera: la del regreso masivo a ese lugar de las 3,548 familias que lo
habitaban antes del desalojo de solo entre 400 y 500 de ellas. Esa es
“la creencia ‐infundada o no‐” que tiene “buena parte de la ciudadanía”.
Incluso, “Algunas personas en el aparato oficial de la construcción”
amplían ese desalojo a Los Guandules. Y sostienen que... sus moradores
(de Los Guandules y La Ciénaga) ya habían sido trasladados a un barrio
modelo en Las Caobas y habían vuelto”. ¿Regresaron, en verdad, esas
familias a La Ciénaga?
Un estudio de 1979
revela que los cienagüeros fueron ubicados, mayoritariamente, en cuatro
de las 44 manzanas que tuvo originalmente Las Caobas. Y que 25 de esas
familias habían emigrado a otros lugares, para la fecha del estudio.
“Contrario a lo que opinan muchos, la mayoría de esas familias no
volvieron a La Ciénaga”, afirma Andrea Heyaime de Aristy, dirigente
reformista, quien se atribuye el haber trabajado en el desalojo de La
Ciénaga junto a Emma Balaguer de Vallejo.
De las que
traspasaron o alquilaron las casas en Las Caobas, “algunas se asentaron
nuevamente en La Ciénaga”. Es la conclusión del estudio INVI‐OEA, ya
citado, en el que participó, al menos, uno de los técnicos que trabajó
en el proceso de desalojo de La Ciénaga. El padre Jorge Cela, con 18
años viviendo el vía crucis de esa zona, nos habla de 20 familias que
retornaron. Y la directora de Bienes Nacionales, Mariana Binet de
Mieses, publica en la prensa nacional que, en abril de 1978, esa
institución “ha detectado...varios casos de traspasos de viviendas en
Las Caobas por desalojados de El Ancón y La Ciénaga”.
¿Cuántos fueron
esos varios casos? El mito‐verdad oficial afirma que ascienden a
3,548.La Ciénaga, sin embargo, está poblada, hoy, por los que nunca
fueron sacados de ahí, por nuevos pobladores y por los que regresaron.
Pues, aunque las viejas casas desalojadas fueron destruidas, los lotes
quedaron sin protección.
EL MITO, ¿PARTE DOS?
Y, a dieciséis años
del primer decreto, el mismo presidente Balaguer emite el segundo. Esta
vez con la rabia del mito‐dogma oficial bailándole de ira en la voz, al
proclamar ante las cámaras televisivas: “El gobierno que presidí hace
doce años, construyó el barrio Las Caobas exclusivamente para los
moradores de La Ciénaga. Las personas fueron trasladadas, pero poco
después abandonaron sus viviendas y optaron por retornar al barrio de La
Ciénaga y al barrio de Los Guandules”.
Y basamenta su
posición de no cejar “un punto, ni una pulgada siquiera” en lo del nuevo
desalojo, en un argumento ecológico que se cae al suelo por simple
posición geográfica: Desde “La Ciénaga, desde Los Guandules, salen los
principales desperdicios, las principales materias de contaminación de
los ríos Isabela y Ozama”. Pues ambos barrios no tienen nada que ver con
el río Isabela, que les queda mucho más arriba. Además, como han
demostrado todos los estudios serios, la contaminación principal de esos
dos ríos, por no reciclable, es la de “más de 100 industrias” que
“vierten sus desechos químicos en ellos”, y no la humana, fácilmente
reciclable. Y, ni en La Ciénaga ni en Los Guandules hay ninguna
industria de ésas. Todas quedan antes de la confluencia de ambos ríos,
Los Tres Brazos. A un kilómetro, más o menos, de donde se inicia el
primero de esos barrios. Más aún. No son sólo esos dos barrios los que
contaminan a esos ríos. Son todos “los barrios que han crecido a sus
orillas”. Peor: Es “toda la ciudad (la que) echa sus desechos al río”.
Pero también, esta
vez el presidente Balaguer utiliza la misma táctica del pasado:
enfrentar a los desalojados del Faro a Colón con los de La Ciénaga por
la posesión de los apartamentos de la Ciudad del Almirante, como en el
77 enfrentó a los de El Ancón con los de La Ciénaga por los de Las
Caobas.
¿Quién se quedará
esta vez con la estaca? Porque ahora en La Ciénaga hay más de 10 mil
familias con cerca de 60 mil personas. Y los apartamentos de la Ciudad
del Almirante son sólo 40054. Construidos para alojar a parte de las
“más de tres mil familias propietarias e inquilinas” desalojadas de
Maquiteria y el entorno al Faro a Colón. Algunas de las cuales “llevan
tres años esperando sus casas”. Y esos apartamentos son solamente para
gente “educada” en la nueva discriminación social que se ha introducido
con relación a los desalojados “entre educados y mal educados”.
En un desalojo
encargado a militares para hacerlo “inmediatamente” por decreto, lo que
“puede ser el equivalente a un huracán”. Un desalojo al que, desde ya,
comienza a vérseles más perspectivas de fracaso que de éxito. Al menos
si no quiere realizárselo a sangre y fuego, sino de una manera
humanitaria. Y cuyo costo rondaría los RD$1,700 millones de pesos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario